Tras la muerte de Franco, la oposición democrática lanza una fuerte presión política sobre el régimen en todos los campos: se trata de alcanzar la democracia lo más rápidamente posible. El Gobierno de Arias Navarro emprende iniciativas encaminadas a dar una nueva imagen de España y del régimen: una monarquía democrática y liberal. José María de Areílza, ministro de Exteriores, vende en el extranjero la idea de reforma. Y Manuel Fraga, vicepresidente y ministro de Gobernación, propone un sistema bicameral. Comunistas y socialistas compiten por un espacio electoral. Los nacionalistas necesitan la consolidación democrática. Vuelve a España, de incógnito, Santiago Carrillo. Hay un clamor popular pidiendo amnistía. La represión de la huelga de los trabajadores en Vitoria deslegitima la política de orden público del Gobierno, que cada vez se siente más desbordado por los acontecimientos.