Sorey decide llevar a Alisha, la joven que encuentra en las ruinas, a Izuchi. A Mikleo no le importa la idea de tomar un humano, pero Sorey simplemente no puede ignorar a alguien que lo necesita. Cuando llegan a Izuchi, Alisha llama apasionadamente a los serafines para que la ayuden. Pero sus súplicas parecen no escucharse. Es porque los serafines creen que los humanos traerán calamidad a su tierra. Aunque había creído en los serafines, una triste Alisha concluye que el Registro Celestial era una leyenda y nada más.